miércoles, 27 de marzo de 2013

Amistad

   Daniel se quedó mirando a su amiga un tanto sorprendido. A lo mejor ella estaba en 'uno de esos días' y por eso estaba de tan mal humor. Sin embargo, cuanto más la escuchaba, más convencido estaba de que Amelia tenía razón.
   -¿Te parece que soy egoísta, Dani? -preguntó Amelia.
   Él la miró directamente a los ojos; tenía el ceño fruncido, no por él, sino por lo que acababa de contarle.
   -Simplemente estás dolida, eso es todo.
   -No debería esperar recibir nada a cambio... aunque lo único que quiero es que pase más tiempo con nosotros. Pero supongo que no somos tan importantes como él, ¿verdad?
   Daniel volvió a mirar a su amiga, pero ésta había centrado sus ojos en algún punto del cielo. A veces, cuando la veía así, de perfil y tan seria, mirando al infinito, pensaba que se estaba haciendo la interesante. Sabía que le gustaba dramatizar, pero en esa ocasión precisamente... ella llevaba razón.
   -La verdad, -empezó Dani- a mí también me gustaría que nos prestase un poco más de atención. Pero... plantéatelo así: cuando nosotros tengamos pareja seremos iguales.
   Amelia le miró un tanto ofendida.
   -¿De verdad crees que actuaré como ella en algún momento?
   -Es posible. -dijo él muy seguro, pero temeroso de la reacción de su amiga.
   -Yo jamás te llamaría desesperada, después de tanto tiempo sin hablar, y te diría que mi pareja me ha dejado para luego, en cuanto arregle las cosas con ella, volver a tirarme semanas sin hablarte.
   -Eso no lo sab...
   -Lo sé. -dijo, alzando la voz-. Los amigos van primero. Ellos estarán siempre, ¿entiendes?
   Dani se levantó, le tendió una mano a Amelia para ayudarla a levantarse, y le dedicó una media sonrisa:
   -Sí.
   Empezaron a caminar calle abajo, uno junto al otro.
   -¿Me harás un favor? -Amelia le tiró levemente de la manga de la sudadera y le miró a pesar de que él no lo hacía-. Si me pasa como a ella, dímelo. Si pierdo el control y no puedo repartir bien mi tiempo entre quién sea y vosotros... házmelo saber y ayúdame. ¿Lo harás?
   Como respuesta, Daniel la atrajo hacia sí pasando el brazo por encima de sus hombros.

   Nunca dejaron de ser amigos.
 


jueves, 7 de marzo de 2013

Lo más importante

   No paraba de hablarme. Y seguía y seguía y no callaba. No es que no quisiera escuchar lo que decía, pero... mientras, la notaba a Ella a mi lado, callada, e intuía qué pensaba. ¿Se sentiría mal? ¿Se sentiría desplazada o algo así? La miré de reojo y noté cómo agachaba la cabeza. Hacía ver que estaba pensando. Bueno, tal vez fuese realmente así. 
   De pronto, el parloteo cesó. Ni siquiera sabía qué me había estado diciendo. Se fue y, por fin, pude centrarme en Ella. 
   Puse una mano sobre su hombro y me devolvió la mirada. Sonrió; a lo mejor no estaba molesta. 
   La misma voz de antes hizo que me volviese ligeramente, y entonces noté de nuevo una expresión diferente en su rostro. Me quedé mirándola mientras la voz trataba de captar mi atención de nuevo, pero no podía; nadie podía competir contra Ella. 
   Hice un gesto con la mano para acallar a aquello que hacía que me zumbasen los oídos, y entonces, le dije a Ella: 
   -¿Salimos a dar una vuelta? 





miércoles, 6 de marzo de 2013

Tiempo


   ODIO PERDER EL TIEMPO. Lo he odiado siempre, y cada vez más. 
   Me encantan esos días en los que madrugas y, a pesar de que te mueres de sueño, te levantas y te repites una y otra vez que tienes motivos para sentirte feliz al hacerlo. Y es cierto. Y según avanza el tiempo te das cuenta de que levantarte un par de horas antes de lo habitual ha merecido la pena. Si además lo disfrutas junto a personas a las que quieres... termina convirtiéndose en un día épico, de estos que después rodeas con un círculo en tu calendario. 
   De lo poco que llevamos de año me quedo con el 31 de Enero y el 7 de Febrero. Marzo por su parte, está tan cargado de buenos planes que tengo miedo de tener altas las expectativas. Porque, ¿y si pasa como hoy? ¿Y si vuelvo a sentir que no he hecho nada? ¿Y qué pasaría si después de hoy no hubiese mañana? Odio pensar así, pero esta tarde, durante unos segundos, prometo que se me pasó esa idea por la cabeza. De hecho, me pregunté cuál sería mi último pensamiento antes de desaparecer; buceé en mi mente y me cuestioné si realmente quería que fuese aquel, si a “aquello” que se reprodujo en mi mente debo darle tanta importancia como para protagonizar el último momento de mi vida. Y esto último lo digo porque nunca estoy segura de nada, y mucho menos de que ciertas “cosas” sean eternas. Y ojalá lo fuesen... ojalá.



sábado, 2 de marzo de 2013

Buscando soluciones

   Una sombra invisible la rodeaba; un halo de oscuridad y de tristeza la envolvía, la ataba, y no la dejaba escapar. ¿Cómo podía ayudarla? ¿Qué podía hacer para cortar esos lazos que la mantenían atrapada? Sintió impotencia y desesperación. Su mente se retorcía buscando una respuesta que no parecía dispuesta a aparecer. Se preguntó si la solución estaría en pensar qué es lo que a ella misma le había ayudado en otras ocasiones. Y, sintiéndose en un principio inútil y tonta, se acercó, y con los brazos se hizo paso entre aquella oscuridad, envolviéndola e intentando proteger a su amiga con aquel abrazo. 
   Ahora solo quedaba esperar el resultado.